La brucelosis: la fiebre ondulante como enfermedad profesional
Date
1939-04Author(s)
Desmarás, Carlos
Caja Nacional de Seguro Social
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Show full item recordAbstract
Presenta la tercera parte y conclusión del estudio del autor que trata el tema de la Brucelosis en su aspecto médico, en el campo del derecho social y con referencias concretas a la legislación argentina. En esta parte del artículo, se revisan los siguientes temas: la facilidad del contagio, las complicaciones o secuelas, enfermedades latentes, interpretación legal, nómina de las complicaciones más frecuentes, sintomatología, prescripción, término inicial, concepto del alta, jurisprudencia equivocada, jurisprudencia actual, pronóstico y tratamiento.
Sobre la facilidad de contagio, el autor afirma que en la Argentina existía un gran porcentaje de brucellosos entre los hombres de ciencia, técnicos y demás personal, quienes no obstante conocer la peligrosidad del microbio, no escapaban a la fiebre de Malta. Los inspectores veterinarios y ayudantes que prestan servicios en frigoríficos y mataderos, etc., se infectan de fiebre ondulante, por este motivo el Poder Ejecutivo de la Nación, resolvió acordar licencia con goce de sueldo a los brucelosos. El decreto de licencias N° 92.900 de octubre 24 de 1936, fue ampliado por el decreto N° 1115.857 de Octubre 6 de 1937, que incluye a la fiebre ondulante.
Acerca de las complicaciones más frecuentes, señala que son la orquiepididimitis, las fluxiones articulares, las neuralgias y las neuritis. La orquiepididimitis es la inflamación del testículo y del epidídimo, es decir la vía inicial de excreción del testículo, por donde es eliminado el producto de secreción de dichas glándulas. Puede ser unilateral o bilateral y casi siempre termina con una curación completa.
Las fluxiones articulares son, entre otros, los derrames articulares. Las neuralgias y neuritis se observan en las tres cuartas partes de los casos, efímeras o tenaces, pudiendo aparecer en todos los períodos de la enfermedad y constituir uno de los síntomas o una de las secuelas más penosas de la afección. Los trastornos sensitivos pueden alcanzar a ciertos órganos de los sentidos: el oído es el más frecuentemente interesado.
Señala que las nefritis y reumatismo son también secuelas sobre las que será necesario tener cuidado en el momento de revisar al enfermo que, dado de alta de brucelosis, puede presentar una incapacidad a raíz de estas complicaciones.
Sostiene que los síntomas cardinales en la forma común aguda algica-sudoral serían seis, a saber: fiebre en ondulación, transpiración, algias (dolores), astenia (cansancio), hipertrofia del bazo y constipación. La fiebre de carácter ondulante se observa en los primeros tiempos de la afección; la transpiración, por lo general, se manifiesta a la mañana temprano o al atardecer, nunca desaparece por completo, hasta curada la enfermedad, es decir que mientras existan sudoraciones no es posible considerar curado al enfermo. Los dolores se localizan por lo general en los músculos, tendones, huesos, nervios y las articulaciones, siendo a veces tan intensos, que es necesario administrar calmantes al enfermo.
Finalmente, el autor manifiesta que, si se permitió afrontar este trabajo, fue en el deseo de poner al alcance de los profesionales, las opiniones de tratadistas e investigadores especializados, esperando haber contribuido a facilitar el estudio de una enfermedad profesional casi desconocida para quienes frecuentaban los tribunales del país.
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- 1939 [93]