dc.description.abstract | El Seguro Social Obligatorio de Enfermedad suscitó generalmente en cuantas partes se estableciera, la resistencia o la objeción preocupada de algunos médicos que estimaban limitada su independencia para regular las relaciones con la clientela. El artículo presenta párrafos de la comunicación de un médico español, en ocasión de debatirse en su país el establecimiento de un seguro social obligatorio de enfermedad, ya que los médicos españoles vieron con cierta prevención y desagrado la posibilidad de que el seguro pudiera restarles clientela y disminuir sus ingresos profesionales. Este temor había sido expuesto en el Colegio Médico de Madrid y en otros de provincias, sin que nadie hasta el momento de la redacción del artículo, hubiera afrontado el tema de una manera clara y terminante.
El doctor llama la atención sobre el hecho de que el seguro social obligatorio estaba instituido desde hacía años en la mayor parte de países civilizados del mundo y se puede recoger la experiencia principalmente de Inglaterra, Alemania y Francia. Además de que existía un movimiento social en favor de las clases trabajadoras del que no se podía sustraer España. Asegura que un gran argumento a favor del seguro era que a pesar de las críticas a su aplicación no se trató de abolirlo sino sólo perfeccionarlo ya que se consideraba imposible prescindir de él por razones políticas y porque sería indigno privar a los trabajadores de una forma tan valiosa de asistencia. Por otro lado, se indica que existía una tendencia a extender el seguro cada día a un mayor número de ocupaciones, a fin de ampliar sus beneficios a más cantidad de personas, así mientras en un principio estaba reducida su aplicación a mineros y otras ocupaciones de grave riesgo, posteriormente se presentó la tendencia a extenderlo a empleos de todas las clases, ya sean propios de industrias, de la agricultura, de las artes, del servicio doméstico, de modestos empleados y, en general, al mayor número de individuos pobres necesitados de asistencia facultativa cuando enfermaban. Asimismo, el campo de aplicación del seguro de enfermedad se extendió, cada vez más, a los individuos dependientes de las personas aseguradas, hasta tal punto que, en el momento de la redacción del artículo, existía la tendencia a considerar a la familia como el elemento social del seguro, más que al individuo.
Comenta que los médicos de la mayor parte de países se habían quejado de las sociedades administrativas, acusándolas de que perjudicaban su provecho profesional y que se trataba de intereses encontrados, pero el doctor afirmaba que, aunque estaba dispuesto a defender los justos intereses de los médicos, se debía tener en cuenta que el seguro de enfermedad era, ante todo, una reforma humanitaria instituida en favor de las clases humildes, trabajadoras, que no tenían más que su jornal y que, cuando enfermaban y no podían trabajar se quedaban sin poder comer y además si no eran asistidos debidamente de enfermedades infecciosas podían contagiar a todos los individuos de la casa. Por respetables que fueran los intereses profesionales debían de estar por encima de ellos los grandes intereses sociales y lo que procedía en tales casos era ver cómo podían armonizarse los unos con los otros.
Finalmente, el autor razona que si un enfermo está asegurado reclamará rápidamente la asistencia del médico del seguro, el cual recibirá, desde el principio las cantidades que señalan las tarifas oficiales que, miradas en conjunto, pueden resultar iguales o superiores a los honorarios que cobran los médicos libres. Además, señala que en casi todos los países los centros médicos profesionales intervenían en la fijación de las tarifas por sus servicios y los médicos del seguro formaban parte de las juntas administrativas del seguro social en la mayoría de los países. | es_PE |