dc.description.abstract | En cumplimiento del plan trazado por la Caja Nacional de Seguro Social, el Departamento de
Investigaciones Sociales llevó a cabo estudios de las condiciones del trabajo agrícola en
diversas zonas del país. Uno de esos estudios es el que se reproduce en el presente artículo,
sobre la provincia de Ica.
Esta primera parte comienza con una exposición de los valles agrícolas de Ica, su extensión y
cantidad de propietarios. Luego se explican las formas indirectas de explotación de la tierra,
detallando las condiciones de los trabajadores en cada Hacienda, Fundos y la Sociedad Agrícola
Industrial Macacona.
Informa que la provincia de Ica tenía una superficie de 16,053 km2 y una población
aproximada de 50,000 habitantes. Comprendía los siguientes valles agrícolas: Ica, Palpa, El
Ingenio y Nasca. Los valles se dividían en distritos agrícolas, cada uno de los cuales estaba
formado por las tierras que se irrigaban mediante un determinado cauce. La extensión total
del valle de Ica era de 6,396 fanegadas pero el área de cultivo era más reducida, según el
padrón confeccionado por la Administración del Río Ica, la superficie de las tierras cultivadas
llegaba a 4,583 fanegadas (la fanega es una unidad de medida histórica, una fanega de tierra
equivale a 4.225 metros cuadrados, aunque esta medida es muy variable según los lugares). La
extensión de las tierras de cultivo en los valles de El Ingenio, Nasca y Palpa, según la Estadística
General Agro-Pecuaria del Perú del año 1929, era de 4503.58 fanegadas.
El autor señala que los distritos de Palpa y Nasca se destacaban como los más florecientes. La
explotación indirecta de la tierra más generalizada en Ica era con los sistemas de
“compañeros” o “partidarios” y por el de arrendatarios de pequeñas parcelas. Para esta
explotación indirecta de la tierra el compañero o partidario aporta su trabajo y el de los
trabajadores agrícolas que sean necesarios para el desarrollo de las labores; en algunas
haciendas también estaba obligado a servir como asalariado en las tierras explotadas
directamente por la hacienda y aportaba el 50% de los gastos provenientes de los abonos y del
agua de pozo que se utiliza para el cultivo; se partían la producción y el compañero o
partidario estaba obligado a vender su cosecha a la hacienda a precio de plaza; la habilitación
era suministrada por pequeñas partidas en relación con el desarrollo de las labores de cultivo.
Finalmente, se detalla el trabajo de los partidarios y arrendatarios en las haciendas de la
provincia, como ejemplo se reseñan los siguientes: en la Hacienda Tacama y anexos (San
Martín, Chacama y Checo), de propiedad de la firma Olaechea Hermanos, se dedicaban 200
fanegadas al cultivo del algodón y 20 al cultivo de la vid; la explotación en forma indirecta se
efectuaba por 143 compañeros. En la Hacienda Ocucaje, de propiedad de la firma Rubini &
Truel, destacada por su extensión, desarrollo de cultivos y el prestigio de su industria
vitivinícola, 60 fanegadas estaban destinadas al cultivo de la vid y el resto en su mayor parte al
cultivo del algodón; la hacienda proporcionaba ocupación permanente a 200 trabajadores y
contaba, además, con 258 arrendatarios. Se describe especialmente el caso de la Hacienda
Cordero, de propiedad de José Massa, donde se realizaba un contrato de forma escrita, siendo
el primer intento efectuado en el valle de Ica para determinar con precisión los derechos y
obligaciones de los 25 compañeros que tenía la hacienda, denominados simplemente
trabajadores, quienes realizaban el trabajo indirecto en la producción. El contrato incluía el
plazo, suministros, dirección del cultivo, obligaciones y una tabla de valorización de
plantaciones correspondiente a cada fanegada. | es_PE |