La herencia de los débiles mentales
Date
1938-02Author(s)
Hutton, William L.
Caja Nacional de Seguro Social
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Reproduce una conferencia realizada por el autor en la Asociación Canadiense de Salud
Pública, donde se analiza los motivos del aumento de niños a los que denomina débiles
mentales, idiotas o imbéciles, términos con los que se nombraba a los grados de discapacidad
intelectual desde finales del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX.
Informa que en Inglaterra y Gales había 65.000 débiles mentales a cuidado de instituciones
públicas. En los Estados Unidos 111,968 de tales pacientes, incluyendo a los epilépticos,
ingresaron a los Hospitales Públicos al término de 1935 y los informes del Ministerio de Salud
Pública de ese país afirmaban que esa cifra representa sólo una pequeña parte del total, pues
la mayoría no estaban confinados en establecimientos y vivían dentro de la comunidad.
Muchos de ellos estaban en reformatorios, asilos, en los hospitales para enfermos mentales o
condenados en las prisiones. En Canadá 7,271 débiles mentales estaban en hospitales
especializados en 1935. El autor analiza que este hecho señalaba un problema de salud pública
de primera magnitud y era de la mayor importancia descubrir las causas que producían tan
desastrosos resultados. En aquellos años los gastos por educación y mantención de débiles
mentales eran de millones de dólares cada año, y esto crecía velozmente, lo que producía el
aumento constante de la demanda por nuevos y más costosos servicios para proveer a la
limitada capacidad intelectual de estos grupos.
Indudablemente, muchos de los débiles mentales de los bajos grados, como los idiotas y los
imbéciles morían jóvenes. Muchos otros permanecían solteros y así una gran proporción de los
mismos no se reproducía. Los grados superiores de débiles mentales crecían, frecuentemente
se casaban y por lo común tenían mayor número de hijos que las gentes de inteligencia
normal.
Se debía decidir cuántos de los débiles mentales eran resultado de la herencia y cuantos de
accidente y enfermedad. Cuando un niño débil mental nacía de padres sanos parecía imposible
atribuir esto a la acción de la herencia. Los padres no admitían tal explicación, era mucho más
satisfactorio al orgullo de la familia creer que esos nacimientos eran el resultado de accidentes
en el nacimiento y muchos médicos estimulaban esta creencia. Si los accidentes del
nacimiento o los golpes en la cabeza no eran causas importantes de la debilidad mental,
entonces se tenía dos causas importantes: la influencia de las distintas enfermedades y la
herencia.
Otra antigua superstición que carecía de base científica era la idea de que el estado mental de
la madre podía afectar la mentalidad del niño. Se afirma que es precisamente una suerte para
la raza humana que las perturbaciones emocionales de la madre no afecten el desarrollo del
niño en gestación, si así no fuere, gran parte de la humanidad llevaría los signos de los temores
pasajeros de sus madres.
El peligro era menospreciar el perjuicio que resultará en la corriente de la herencia si se
estimulaba o pasivamente se permitía que los débiles mentales continuaran reproduciéndose.
Según el autor el nacimiento de un niño de tal condición era una tragedia y permitir esta
reproducción era atentar contra el futuro.
El autor concluye que la escasa proporción de la debilidad mental producida por daño y
enfermedad no constituía un serio problema de salud pública, pero la debilidad mental
producida por la herencia era uno de los mayores problemas que afrontaba la civilización
occidental, amenazaba la existencia de la sociedad.
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- 1938 [119]